En el mundo occidental se define la compasión como conmoverse por el sufrimiento del otro. La compasión nos lleva a desear y a actuar para reducir el sufrimiento de los demás. Esta definición muestra que en el mundo occidental se da por hecho que la compasión es hacia otros. Pero, ¿se puede tener compasión hacia uno mismo? No hace mucho se ha comenzado a hablar en la psicología de la compasión hacia uno mismo “la autocompasión”. La autocompasión se base en tres elementos: la amabilidad hacia nosotros mismo, reconocer que el ser humano es imperfecto y la atención plena.
La autocompasión implica mostrar amabilidad hacia nosotros mismos en situaciones difíciles, en lugar de juzgarnos. Cuando una persona con autocompasión comete un error, ésta intenta aprender de lo que pasó y tratarse con amabilidad. Aunque muchas personas intentan ser amables con otros, parece ser que les es más difícil ser amables con ellos mismos. Son muchos los que en una situación difícil se juzgan y se dicen cosas que nunca le dirían a alguien que aprecian. Se critican fuertemente, incluso cuando sus problemas no fueron causados, o no pueden ser solucionados, por ellos mismos. La autocompasión nos recuerda que cuando la vida no marcha como esperábamos podemos permitirnos ser amables con nosotros mismos.
La autocompasión también reconoce que todos los seres humanos somos imperfectos y, por lo tanto, una experiencia de fracaso es algo que todos experimentamos. A menudo las personas olvidan que también otros pueden pasar por momentos difíciles y se sienten aislados en su dolor. Creen que son los únicos con dificultades, fallos, defectos personales y reacciones irracionales. El dolor y el fracaso se ven como anomalías, en lugar de como una experiencia normal que todos experimentamos. La autocompasión nos recuerda que los desafíos en la vida y los errores son parte del ser humano, y que otros atraviesan situaciones similares o, incluso, peores.
Un ejemplo es una investigación con estudiantes donde se estudió la relación entre la autocompasión y recibir comentarios no positivos. Los estudiantes tuvieron que hablar de sí mismos durante 3 minutos, fueron grabados y se les hizo creer que un desconocido los evaluaría. La mitad de los estudiantes recibieron retroalimentación no positiva. Los investigadores encontraron que cuanto más altos eran los niveles de autocompasión, mejor afrontaban los estudiantes la retroalimentación no positiva. Los investigadores señalaron que probablemente estos resultados se debían a que las personas con autocompasión reconocen más fácilmente que todos los seres humanos podemos ser rechazados, en lugar de creer que ellos son los únicos que experimentan este tipo de situaciones.
La autocompasión también implica tener una atención plena. Es decir, ser conscientes de pensamientos y sentimientos dolorosos en el aquí y ahora sin la intención de juzgar, reprimir, ignorar o identificarse demasiado con el sentimiento. Son bastantes las personas que cuando se ven confrontadas con sus limitaciones como seres humanos tienden a identificarse demasiado con sus problemas. Estas personas presentan una especie de visión de túnel en la que solo pueden ver los aspectos negativos de sí mismos y en la que otros pensamientos y sentimientos, más adecuados, casi no tienen cabida. La autocompasión nos enseña a pensar de una forma amplia y flexible en la que no hay expectativas preestablecidas sobre lo que la persona debería experimentar.
Las personas a veces tienen miedo de ser autocompasivas porque piensan que es una excusa para no tomar su responsabilidad o tomar el papel de víctima. Sin embargo, estos comportamientos no tienen nada que ver con la autocompasión. En primer lugar, las personas autocompasivas pueden ser más responsables que las que no lo son. La autocompasión hace más fácil que las personas puedan permitirse ver sus fallos, en lugar de negarlos o ignorarlos. Cuando los fallos son percibidos con autocompasión, las personas están más motivadas a aprender de sus errores. En segundo lugar, la autocompasión es lo contrario a tomar el papel de víctima. Las personas que toman el papel de víctima se hunden en sus emociones negativas y se olvidan de que hay otros que pasan por lo mismo que ellos. Las personas autocompasivas pueden aceptar sus emociones negativas, lo que les permite no hundirse en ellas y ser amables con ellos mismos y su entorno.
Varias investigaciones han demostrado que la autocompasión está asociada con un mayor bienestar psicológico. Personas autocompasivas tienden a mostrar mayores niveles de felicidad, optimismo, calidad de vida, inteligencia emocional y mayor motivación al cambio. Además, la autocompasión está asociada con menor probabilidad de sufrir problemas psicológicos como depresión o ansiedad. Esto no es extraño, ya que la forma en que nos tratamos a nosotros mismos es muy relevante en nuestra salud mental. Por ello, es importante que al pasar por situaciones difíciles intentemos tratarnos como lo haríamos con las personas que amamos. Que intentemos tratarnos con autocompasión. Esto puede marcar el inicio de una vida más feliz y con más significado.
Bibliografía
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